La cuarta memoria by Esteban Navarro

La cuarta memoria by Esteban Navarro

autor:Esteban Navarro [Navarro, Esteban]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2022-05-01T00:00:00+00:00


Capítulo 34

Martes 24 de diciembre de 2019

La televisión ha vuelto a traer el asesinato a las casas,

es decir, donde pertenece.

Alfred Hitchcock

El martes por la tarde, Alejandro, después de comer, se conectó para jugar una partida de Fortnite Battle Royale. Uno de los jugadores era Gregorio, al que también conocía personalmente de haber quedado alguna vez en Zaragoza y con el que se sentaron juntos en un curso de informática que realizó a principio del verano. Gregorio le contó, a través del chat privado del juego, que esa mañana había estado declarando en comisaría, junto a Lucas, por la muerte de Fidel, el dueño de la tienda de informática de la calle Francisco de Vitoria, donde compraban habitualmente. Alejandro no lo conocía, porque él siempre compraba en Ecomputer de Huesca. Pero, al leer el nombre, recordó que su madre estuvo el sábado en esa tienda, para devolver la memoria USB usada.

[Dame tu número de móvil], escribió.

Cuando Gregorio le facilitó el número, Alejandro lo llamó enseguida.

—¡¿Han asesinado a Fidel?! —exclamó cuando Gregorio descolgó.

—Sí. Fue el sábado —respondió—. Alguien entró en su tienda por la mañana y se lo cargó, acuchillándolo. Nosotros llegamos un poco después de las dos y vimos que la reja estaba medio abierta y, pensando que el tío estaría dentro, nos colamos porque queríamos comprar un disco duro. Y lo vimos allí, tumbado en medio de la tienda y sangrando como un marrano degollado. Llamamos a emergencias y llegó la policía. Esta mañana hemos tenido que declarar en comisaría sobre lo que vimos. ¿Lo conocías?

El rostro de Alejandro se había descompuesto en una mueca horrible, pero Gregorio no podía verlo a través del teléfono.

—Pero, pero… —balbuceó con la tez tan amoratada que parecía una ciruela roja—. No lo conocía, pero el sábado por la mañana mi madre estuvo en esa tienda.

—¿Tu madre? —interrogó Gregorio—. ¿Y para qué fue?

—El viernes me compró por internet una memoria USB de 128 gigabytes. El paquete llegó al mediodía y ella lo recogió por la tarde. Pero, y eso es lo que más me tocó los cojones, la memoria estaba usada y contenía un archivo protegido con contraseña.

—¡Qué poca seriedad! —gruñó Gregorio—. Conozco a cabrones que venden productos de segunda mano como si fueran nuevos. Pero Fidel no era de esos, ya que siempre fue un tío muy legal.

—Pues yo me di cuenta de puta casualidad —afianzó Alejandro—, porque el archivo estaba oculto. Si no ni siquiera me hubiera enterado. Pulsando la combinación de teclas de «Mayúsculas+cmd+.» conseguí que se viera el archivo oculto y pillé un cabreo de cojones. Mi madre se interesó y me dijo que cambiaría la memoria USB por otra que estuviera nueva. Pero en vez de llamar, y para tenerla cuanto antes, el sábado visitó la tienda de Fidel, sacó el nombre y la dirección de la factura, y se la cambió por una de 256 gigabytes. Supongo que el tío fue consciente de la cagada y quiso enmendarse entregándole una de mayor capacidad y por el mismo precio.

—¡Joder, tío! —clamó Gregorio—.



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